lunes, 1 de septiembre de 2008

Filosofía Antropológica

Creo profundamente que lo que diferencia al ser humano del animal, no es la libertad ni la conciencia del yo. Sino el uso de la libertad y la relación del sujeto con su realidad. ¿Quién no, sino el ser humano, el único capaz de traicionarse así mismo? ¿De actuar contrariamente a lo que piensa, por voluntad propia? Esto es algo demasiado humano, exclusivo de él. ¡Pero atención! Que no pronuncio estas palabras declarando que el máximo patrimonio de la humanidad sea la traición, sino la capacidad de contradicción: el enorme potencial de ser tesis y antitesis al mismo tiempo, y más bello aún: en la unión de lo que se es y de lo que no se es, de lo que se piensa y no se actúa… De unificar realidades irreconciliables y obtener la capacidad de llegar a formar una síntesis. Una entidad inigualable. Un Yo paradójico y complejo que es pero tampoco es.
Y luego entonces, cuando el ser humano deja de ser una realidad concreta como el animal… se convierte en símbolo.
En concepto.
En abstracción.
Y termina, como siempre, siendo una pregunta sin respuesta.

2 comentarios:

Etheria dijo...

Creo que todo comenzó precisamente con una pregunta, el momento en que descubrimos nuestra capacidad crítica y dubitativa...
Nos convertimos en ese mismo momento en idea, en unidad, en energía atrapada por querer ser independiente.. y en la búsqueda de esa independencia del yo interno, (que como mencionas, no interesa al resto del mundo animal)nos volvemos mera abstracción, nos resolvemos nosotros mismos en una partícula (con capacidad de ser y no ser al mismo tiempo), en lugar de un todo.

De esa armonía idónea típicamente llamada homeostásis, podemos deducir que no llegaremos a material... ni a respuesta, ni a utilidad, sólo a belleza, tan subjetiva como pueda ser.

Goma Rosa dijo...

me preocupa un pco no poder llegarle a eso y empezar a escupir pendejadas, como es mi estilo..
vicente no se merece ser comentado tan vulgar y coloquialmente