domingo, 3 de agosto de 2008

Teté

Era el placer de quemar las cartas que amaba. Teté la dama de la casa #567 mandaba a arder cada carta a las 3:00 PM de cada martes. Lenta y amargamente dejaba quemar cada amor, cada palabra… cada letra. Ella trataba cada martes de entender el para qué de tal ardor. ¿Era el ente que al leer cada carta de cada martes entraba a su mente? Tal vez. ¿Llegaba a besar la carta antes de quemarla? A veces.

Cada martes a las 12:00 AM llegaba la carta amada, deseada y esperada. Detrás de la entrada, la carta llamaba a Teté y la alejaba del ave que amamantaba cada mañana de estrellas. Teté la alcanzaba y la analizaba. Para las 12:34 AM Teté se la lleva a la cara y respeta su leve alma. A la 1 AM, Teté deja la carta en la pared de la mente.

Llegada la hora, 3 PM, Teté manda a quemar la carta de cada martes.

Amargada y dejada Teté jamás espera la entrada de gente en la casa #567. Entre cada martes ella se dedica a amamantar a sus aves y ellas, le besan amargamente. Entonces Teté sangra y entre sangre y sangre ella canta y alaba al ser que mata y arrastra entre martes y martes.

A veces habla a la pared de la mente. A veces la pared le responde, a veces se queda callada. A veces, Teté cree que debe amamantarle.

A veces cree que debe matarle.

A veces cree que debe

[amamantarse

A veces cree que debe

[matarse.

Para entonces, es martes y las cartas le llaman desde la entrada. Lee y lee hasta que el ente entra en su mente y repta y lame a través de ella, lenta y farsante.

Entonces Teté nace y fallece y nace y fallece dejada y amargada sangrante y campante…

Y llegan las 3 PM

[y la carta arde.

Serena y pensante en la casa #567 Teté redacta más cartas. Espera entonces el martes de cada semana con la esperanza de arder en las palabras y dejar de ser real letra a letra.

Para reptar en el placer de quemar aquella Teté que tantas veces detesta a la semana.



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No recordaba este cuento. Es tan sólo una tarea de mis tiempos en la Modelo. Se trataba de escribir un cuento usando sólo las vocales "a" y "e".

Y saben, es curioso que esté publicando cosas de las cuales ya ni me acordaba. Es interesante comparar las cosas que escribía o realizaba y el tono que éstas tenían, con lo que ahora hago, pienso y construyo.

Creo que "postear" todo esto es una forma de decirle "adiós". Creo que es hora de dejar atrás estos sentimientos y pensamientos de adolescente y comenzar a profundizar en otros temas, humores, tonos y ritmos. Tratar de ser más adulto, sin olvidar nunca la chispa y el potencial que hay en mi.


1 comentario:

Ponxo dijo...

Así es. A veces escribir las cosas, darlas a conocer, decirlas, es darles un adiós digno, y dar pie a cosas nuevas. Crecer. Es una forma de crecer. Es una forma de repasar el pasado.
Saludos, Daniel.